viernes, 26 de octubre de 2012

Libros de crecimiento personal para descargar


 




Las 7 Leyes Espirituales - Deepak Chopra
CHOPRA, Deepak - Las 7 Leyes Espirituale
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Monográfico El Zen - José María Doria
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Aceleración - José María Doria..
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El Poder del Ahora - Eckhard Tolle
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La Sencillez del Ser - Jean Klein
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Quien Soy Yo - Jean Klein
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Comentarios sobre el Vivir-1 - Jiddu Krishnamurti
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Comentarios sobre el Vivir 2 - Jiddu Krishnamurti
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Comentarios sobre el Vivir 3 - Jiddu Krishnamurti
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El Caballero de la Armadura Oxidada - Robert Fisher
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El Trabajo Interior- Antonio Blay
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Yo Soy Eso - Nisargadatta Maharaj
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Semillas de Consciencia- Nisargadatta Maharaj
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Lazos de Amor- Brian weiss
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Psicoterapia y Espiritualidad - Ken Wilber.
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Del Miedo al Amor - Eva Pierrakos.
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El Camino de la Autodependencia
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La Rueda del Tiempo
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El Canto del Pájaro
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Veintitrés maestros del corazón
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Despierta - A. de Mello
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Caminar sobre las aguas- A. de Mello
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¿Quién soy yo? Jean Klein
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26 Cuentos para Pensar - Jorge Bucay
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Recuentos para Demian- Jorge Bucay
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Carta para un niño con cáncer- Elizabeth Kubler Ross
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La Quinta Montaña- Paulo Coelho
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Peso Perfecto- Deepack Chopra
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E Sendero del Mago- Deepack Chopra
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Cuentos Maravillosos - H. Hesse
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La Luz Diamantina
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El Pensamiento, su poder y su empleo
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Coraje- Osho
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Sea lo que es Usted- Ramana Maharshi
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Lazos de Amor- Brian Weiss
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El camino de la autodependencia- J. Bucay
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Dios me habló
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El poder curativo de las crisis- S. Grof
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La muerte, un amanecer- E. Kubler. Ross
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La enfermedad como camino
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Mensajes del agua -para niños
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Fuente : http://www.centroelim.org

martes, 23 de octubre de 2012

POLARIDAD Masculino-femenino


 
Cuando el Sol y la Luna se encontraron por primera vez, se apasionaron perdidamente y a partir de ahí comenzaron a vivir un gran amor.
Sucede que el mundo aun no existía y el día que Dios decidió crearlo, les dio entonces un toque final... ¡El brillo!
Quedó decidido también que el Sol iluminaría el día y que la Luna iluminaría la noche, siendo así, estarían obligados a vivir separados.
Les invadió una gran tristeza y cuando se dieron cuenta de que nunca más se encontrarían, LA Luna fue quedándose cada vez más angustiada. A pesar del brillo dado por Dios, fue tornándose Solitaria.
EL Sol a su vez, había ganado un título de nobleza "Astro Rey", pero eso tampoco le hizo feliz.
Dios, viendo esto, les llamó y les explicó: - No debéis estar tristes, ambos ahora poseéis un brillo propio. Tú, Luna, iluminarás las noches frías y calientes, encantarás a los enamorados y serás frecuentemente protagonista de hermosas poesías. En cuanto a ti, Sol, sustentarás ese título porque serás el más importante de los astros, iluminarás la tierra durante el día, proporcionaras calor al ser humano y tu simple presencia hará a las personas más felices.
La Luna se entristeció mucho más con su terrible destino y lloró amargamente... y el Sol, al verla sufrir tanto, decidió que no podría dejar abatirse más, ya que tendría que darle fuerzas y ayudarle a aceptar lo que Dios había decidido.
Aún así, su preocupación era tan grande que resolvió hacer un pedido especial a Él: - Señor, ayuda a la Luna por favor, es más frágil que yo, no soportará la soledad...
Y Dios...en su inmensa bondad... creo entonces las estrellas para hacer compañía a la Luna.
La Luna siempre que está muy triste recurre a las estrellas, que hacen de todo para consolarla, pero casi nunca lo consiguen.
Hoy, ambos viven así... separados, el Sol finge que es feliz, y la Luna no consigue disimular su tristeza.
El Sol arde de pasión por la Luna y ella vive en las tinieblas de su añoranza. Dicen que la orden de Dios era que la Luna debería de ser siempre llena y luminosa, pero no lo consiguió.... porque es mujer, y una mujer tiene fases.
Cuando es feliz, consigue ser Llena, pero cuando es infeliz es menguante y cuando es menguante ni siquiera es posible apreciar su brillo.
Luna y Sol siguen su destino. El, solitario pero fuerte; ella, acompañada de estrellas, pero débil.
Los hombres intentan, constantemente, conquistarla, como si eso fuese posible. Algunos han ido incluso hasta ella, pero han vuelto siempre solos. Nadie jamás consiguió traerla hasta la tierra, nadie, realmente, consiguió conquistarla, por más que lo intentaron.
Sucede que Dios decidió que ningún amor en este mundo fuese del todo imposible, ni siquiera el de la Luna y el del Sol... Fue entonces que Él creó el eclipse.
Hoy Sol y Luna viven esperando ese instante, esos raros momentos que les fueron concedidos y que tanto cuesta, sucedan.
Cuando mires al cielo, a partir de ahora, y veas que el Sol cubre la Luna, es porque se acuesta sobre ella y comienzan a amarse. Es a ese acto de amor al que se le dio el nombre de eclipse.
Es importante recordar que el brillo de su éxtasis es tan grande que se aconseja no mirar al cielo en ese momento, tus ojos pueden cegarse al ver tanto amor.

lunes, 22 de octubre de 2012

Inteligencia Espiritual






La inteligencia espiritual, es un estado superior al de la inteligencia emocional, que es la capacidad de controlar las emociones. Esto es lo que afirma Pilar Sordo en su libro “Bienvenido dolor”.
La inteligencia espiritual permite ser más feliz, porque nos damos cuenta del sentido de todo lo que nos pasa y de todo lo que hacemos.
Para poder disfrutar de la vida hay que aprender a convivir con el dolor, porque tenemos el deber moral de ser felices.
Se aprende lo más importante de la vida con el dolor y el dolor es algo que no se puede evitar, porque es parte de la vida.
Cuando nos atrevemos a vivir el dolor y lo expresamos plenamente, con toda nuestra bronca, pena o impotencia, el dolor tiene el poder de transformarnos.
No se trata de luchar contra el dolor sino de acostumbrarse a vivir con él y al mismo tiempo , siendo capaces de cumplir con nuestra obligación de ser felices.
Uno elige el sufrimiento pero tiene que aceptar el dolor.
Los duelos, las enfermedades y las pérdidas exigen una actitud de desapego, agradecimiento, voluntad y perdón, y eso se logra con la inteligencia espiritual.
Asumir la felicidad como un deber moral hace que no nos aferremos a nuestras aflicciones.
Las personas felices también tienen los mismos problemas, sólo que eligen no perder la sonrisa por las penas de su alma, y tienen la actitud de vivir y disfrutar del presente, porque se dan cuenta que no pueden controlar nada; y sólo pueden agradecer, cambiar sus prioridades y actuar en consecuencia.
El dolor, dice Pilar Sordo, es un misterio indescifrable, pero las preguntas que suscita nos sirven para crecer.
Se puede seguir viviendo con las penas, respetándolas y escuchándolas, porque al final dejan de estar en primer lugar y se depositan en el fondo del alma.
Elegir ser feliz desde los dolores del alma, exige un esfuerzo, pero luego se siente la satisfacción de haber sido capaces de vivir con el dolor, sin contaminar el resto de nuestra existencia.
La vida nos enseña a aceptar las pérdidas y las despedidas, aunque nos sorprendan, permitiéndonos comprender que todo lo que tenemos es prestado, que no es nuestro y que el amor trasciende las ausencias.
El dolor es una lección que tenemos que aprender , y cuando más rápido se aprenda mejor nos parecerá la vida.
El perdón nos libera dice Pilar Sordo; porque la rabia y los rencores son las expresiones más grandes de esclavitud.
Las personas que no perdonan no pueden ver los acontecimientos desde una perspectiva más alta y se quedan estancados en el por qué, sin reparar en el para qué.
Todo esto se logra con la evolución, venciendo los propios demonios y no cediendo ante ellos.
Pilar Sordo no pretende transmitir sabiduría sino compartir experiencias a partir de la observación. No propone ninguna hipótesis sino solamente incursionar en estos temas que son los que preocupan a todos, sin prejuicios, aprendiendo de los que ya han transitado este camino y ya han evolucionado.
Sus libros son de lectura sencilla y están al alcance de cualquier nivel, incluso para aquellos que nunca leyeron un libro.
Fuente: “Bienvenido dolor”; Pilar Sordo.

La sublime poesía de la compasión











No digáis que partiré mañana,
pues aún estoy llegando.
Mirad profundamente;
estoy llegando a cada instante,
para ser brote de primavera en una rama,
para ser pajarillo de alas aún frágiles,
que aprendo a cantar en mi nuevo nido,
para ser mariposa en el corazón de una flor,
para ser joya oculta en una piedra.
Aún estoy llegando
para reír y para llorar,
para temer y para esperar.
El ritmo de mi corazón
es el nacimiento y la muerte
de todo lo que vive.
Soy un insecto
que se metamorfosea
en la superficie del río.
Y soy el pájaro
que se precipita para tragarlo.
Soy una rana
que nada feliz
en las aguas claras del estanque.
Y soy la serpiente acuática
que sigilosamente
se alimenta de la rana.
Soy el niño de Uganda,
todo piel y huesos,
mis piernas tan delgadas
como cañas de bambú.
Y soy el comerciante de armas
que vende armas letales a Uganda.
Soy la niña de doce años,
refugiada en una pequeña embarcación,
que se arroja al océano
tras haber sido violada por un pirata.
Y soy el pirata,
cuyo corazón es aún incapaz
de ver y de amar.
Soy un miembro del Politburó
con todo el poder en mis manos.
Y soy el hombre que ha pagado
su “deuda de sangre” a mi pueblo
muriendo lentamente
en un campo de concentración.
Mi alegría es como la primavera,
tan cálida que hace florecer
las flores de la Tierra entera…
Mi dolor es como un río de lágrimas,
tan vasto que llena
los cuatro océanos.
Llamadme por mis verdaderos nombres,
os lo ruego
para poder despertar
y que la puerta de mi corazón
pueda quedar abierta,
la puerta de la compasión.

Poema de Thich Nhat Hanh extraído de su libro Llamadme por mis verdaderos nombres

Cuando la poesía mezcla una austera belleza y el sentimiento más trascendental se convierte en sublime. Cada vez que releo este poema del gran Maestro (y gran poeta) budista Thich Nhat Hanh no puedo menos que emocionarme hasta el fondo del espíritu. Por la forma, pero sobre todo por el contenido.
El autor resume en este espléndido poema lo que el budismo denomina la visión clara. Una percepción del mundo en la cual han desaparecido las barreras impuesta por el yo-ego. Una percepción donde se siente uno integrado con todas las formas de vida: la de la víctima… y la del verdugo. Una apreciación llena de amor, que expande las fronteras, que abarca con su lúcida mirada un círculo mucho más extenso, sin límites. La compasión fruto de una mirada despierta.
Nuestra tarea es la de liberarnos… Mediante la extensión de nuestro círculo de compasión hasta que contenga a todas las criaturas vivientes, la naturaleza entera y su belleza. (Albert Einstein)

Abrazando nuestro sufrimiento








Quienes confían en la práctica no piensan en huir corriendo de una relación difícil. 
Cuando conoces las técnicas de respirar, caminar, sentarte y comer de manera consciente, puedes generar la energía de ser consciente y abrazar la ira o la desesperanza cuando surjan. Por el mero hecho de abrazarlas ya te sentirás mejor, y mientras sigues abrazándolas, puedes practicar el observar a fondo su naturaleza.

             (Thich Nhat Hanh)


Cuando hay una situación o una relación que nos hace sufrir, nuestra primera reacción puede ser buscar evitarla, reducir el efecto que nos produce, lo cual es una respuesta comprensible, natural y humana, sin embargo, cuando por diferentes razones este sufrimiento persiste y no se reduce, podemos caer, muchas veces sin darnos cuenta, en un pernicioso círculo vicioso: Tratamos de evitar el sufrimiento, y cuando no logramos evitarlo, nos sentimos frustrados y comenzamos a sufrir aún más, añadiendo al sufrimiento original el sufrimiento de no poder reducir el sufrimiento. Entonces, poco a poco puede ir ampliándose el círculo vicioso.

Una alternativa para salir de este círculo de sufrimiento consiste en abrirnos a él y adoptar más bien una actitud apertura, abrazando nuestro sufrimiento. En vez de seguir luchando fehacientemente porque ese dolor desaparezca, puede ser interesante cultivar una actitud de acogida y receptividad, abrirnos a la posibilidad de reconocer lo que esté ocurriendo, mirándolo de frente, con dignidad y gentileza.

Abrazar el sufrimiento no es sinónimo de adoptar una actitud de resignación. En un sentido profundo, la resignación no es una genuina aceptación, pues quien se resigna adopta una actitud pasiva, apesadumbrada, quien se resigna íntimamente anhela que la situación sea diferente a como está siendo. La aceptación genuina, en cambio, se abre a reconocer lo que está ocurriendo tal cual es y desde ahí se dispone a actuar.

Abrazar el sufrimiento tampoco implica reconocer sólo intelectualmente que el sufrimiento está presente, “¡eso ya lo sabía!” podría decir alguien con un tono de obviedad, sino más bien es una invitación a abrirnos completamente ante el sufrimiento, lo cual implica partir por detenernos y reconocerlo.

Intentar afanosamente que el sufrimiento no esté presente puede hacer que este se siga perpetuando; como actitud alternativa está la de adoptar una actitud de aceptación básica, reconociendo las cualidades de la experiencia. 

Abrazar es un gesto de generosidad, de entrega y apertura, abrazamos a quienes apreciamos y con quienes nos sentimos cercanos. Podemos cultivar la capacidad de abrazar conscientemente, podemos abrazar con esta atención el propio sufrimiento. En este abrazar nos podemos acercar a nuestra vulnerabilidad con una actitud de afecto, desde esta actitud puedo sentir lo que me pasa e ir acogiendo mi dolor, así es como se está manifestando.

Finalmente, podemos reconocer que existe una íntima relación entre abrazar el sufrimiento y abrirnos al bienestar. Reconocer el dolor simultáneamente nos permite ser conscientes de la posibilidad de entrar en contacto con aquellos elementos de nuestra experiencia que nos proporcionan dicha y alegría: Abrazar el sufrimiento nos permite prestar atención a todo lo que anda bien, pudiendo asíabrirnos a la gratitud. Por ejemplo, podemos disfrutar el hecho de que podemos respirar, y deque podemos también disfrutar una conversación en compañía de nuestros seres queridos. Abrirnos a percibir el sufrimiento nos sensibiliza al milagro de estar vivos y también a estar presente en emociones como la alegría, generosidad y gratitud.

Un bienestar profundo y sereno está íntimamente vinculado con la capacidad de abrazar el propio dolor cuando este aparece. Si nos resistimos a él, este seguirá persistiendo e influyendo, buscando atraer nuestra atención, y nos sentiremos infelices, como un niño cuando llora. Con la práctica de la atención plena podemos acoger amablemente nuestro sufrimiento e irlo transformando en genuino bienestar y felicidad.
Práctica

Quizás existe algún aspecto en tu experiencia presente que consideres que te está haciendo sufrir y que anheles íntimamente que  desaparezca. Quizás quieras hacer la práctica de observarlo y adoptar una actitud de apertura y amabilidad hacia este sentimiento, llevando la energía de tu atención plena hacia las sensaciones que te genera. 

Puedes realizar una práctica de reconocer y abrazar el propio sufrimiento que consta de dos pasos:  1. Reconocer y abrirse ante el sufrimiento presente, y 2: Abrazar y acoger el sufrimiento. Si gustas puedes practicar dar estos dos pasos.

En un primer momento, puedes comenzar llevando tu atención hacia la respiración, puedes permitirte ir abriendo un espacio de quietud y serenidad, trayendo tu atención hacia el momento presente, de un modo gentil. Si notas que tu atención se distrae o se va a algún lugar distinto a lo que está ocurriendo en el momento presente, puedes traerla nuevamente a la sensación de tu respiración en el momento presente.

Cuando te sientas preparada o preparado, puedes hacer conciente una situación que te está generando sufrimiento y observar las sensaciones que surgen en tu cuerpo, ¿cómo se siente tu pecho? ¿qué surge en tu rostro? Notando las sensaciones, puedes practicar el gesto opuesto a huir, puedes abrirte a observar cómo se está manifestando la experiencia en el momento presente, dándote un espacio para sentir cómo el cuerpo reacciona, observando las sensaciones que aparecen en él. ¿Cómo son estas sensaciones? ¿Son fijas o son móviles?¿Cuáles son sus cualidades? 

Tu respiración puede ser un ancla en esta práctica, puedes llevar tu atención amable y relajarte cuando identifiques sensaciones de dureza o tensión. Con tu atención en la respiración, puedes incluir en tu atención el sentimiento de desagrado, si se hace presente, y puedes simplemente abrirte a observar esa sensación.

En un segundo momento puedes hacer la práctica de acoger o abrazar tu sufrimiento, sin buscar cambiarlo, sino que simplemente abriendo un espacio de atención y cuidado. 

Sin que busques cambiar o forzar algo, puedes sentir cómo estás respirando con todo tu cuerpo, incluyendo las sensaciones de malestar si se presentan, respirando en esa misma zona. Puedes, quizás, en esta práctica decirte: “Está bien...sea lo que sea, está bien...”, abriéndote a las sensaciones, siempre respetando tus propios límites, cuidando de ti misma, de ti mismo. Cada vez que sea necesario, al entrar en contacto con sensaciones de desagrado, reconociéndolas puedes repetirte: “Esta bien… sea lo que sea está bien”.

Finalmente, a tu propio ritmo, puedes ir concluyendo esta práctica, volviendo tu atención al contexto en que te encuentras, sin apuros y de manera gradual.

Durante esta semana, pueden presentarse oportunidades en las que puedas observar con amabilidad y apertura el sufrimiento que se haga presente. Sin negarlo ni intensificarlo, puedes irlo observando y, en la medida de tus posibilidades abriendo un espacio para reconocer e sufrimiento e ir acogiéndolo con la energía de tu atención plena.




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